Marzo 26 (ANDINA).- La banda estadounidense Guns N’ Roses cumplió una memorable performance hoy en su presentación en Lima ante casi 30 mil personas que acudieron al concierto que se realizó en la explanada sur del Estadio Monumental.
Como se preveía, la banda de hard rock también se tomó su tiempo para salir al escenario aunque, a diferencia de lo ocurrido en otros países de Sudamérica, en donde demoró entre dos y tres horas, en el Perú “solamente” demoró una hora y media.
El ingreso de la banda fue casi apoteósico. Eran las 00:30 horas cuando luces multicolores y una explosión de fuegos artificiales daban inicio al concierto.
Sin embargo, no habían transcurrido ni 30 segundos cuando dos botellas con agua rozaron al vocalista, Axl Rose, lanzadas por el público en señal de protesta por la demora.
Visiblemente mortificado, el cantante paró el concierto y vía un improvisado traductor, llamó la atención al público y amenazó, como lo hizo en Brasil, con abandonar el escenario si los asistentes continuaban arrojando objetos.
Calmado los ánimos, la banda retomó los acordes de “Chinese democracy”, la primera canción con la que abría su show. Seguidamente vino la emblemática “Welcome to the jungle” y la respuesta del público no se hizo esperar.
Axl y compañía seguían en la ruta de su primer disco, Appetite for destruction y deleitaron a los asistentes con It’s so easy y Mr. Brownstone.
El líder de la banda se presentó luciendo un sombrero de cuero marrón con una chacana de cuero naranja incrustada. Se trataba, pues de uno de las artesanías que compró en el hotel Marriot.
Siguiendo con la promoción de último álbum, Chinese Democracy, los “gunners” continuaron con Sorry y Better, temas que recibieron una tibia respuesta del público.
No obstante, el entusiasmo retornó luego de que se escucharan los acordes de Live And Let Die, previo solo del guitarrista Richard Fortus.
La fiesta siguió con If the World y Rocket Queen. Seguidamente, Dizzy Reed tocó el piano y dio paso a Street Of Dreams y la aclamada You Could Be Mine.
Un nuevo solo de guitarra irrumpe en el concierto. Era el turno de DJ Ashba. Fue el pase para Knockin’ On Heaven’s Door, canción que generó el punto máximo de empatía entre el cantante y el público; para luego continuar con la más que famosa Sweet Child O’ Mine.
Himno peruano
Axl Rose, considerado uno de los íconos del hard rock en las décadas de 1980 y 1990, derrochaba energía en el escenario, corriendo de un lado a otro, girando sobre sí mismo y esforzándose al máximo para lograr sus mejores tonos vocales (los años no pasan en vano).
El concierto continuaba con November Rain; otro solo de guitarra esta vez a cargo de Bumblefoot, quien además se animó a tocar acordes del himno nacional peruano lo que generó los aplausos del público. Esta parte del show se cerró (encore) con Nightrain.
A su retorno, la banda interpreta Madagascar, Shackler’s Revenge, Patience y cierra su participación con la potente Paradise City, en medio de fuegos artificiales y papel picado.
En resumen fueron dos horas y media en la que los asistentes experimentaron sentimientos encontrados.
En primer lugar, la nostalgia por escuchar las canciones con las que se identifica toda una generación; y en segundo término ver a un Axl Rose entusiasta y vehemente, con un gran dominio de escena, pero muy lejos de la calidad musical e interpretativa con la que se dio a conocer al mundo.
Como se preveía, la banda de hard rock también se tomó su tiempo para salir al escenario aunque, a diferencia de lo ocurrido en otros países de Sudamérica, en donde demoró entre dos y tres horas, en el Perú “solamente” demoró una hora y media.
El ingreso de la banda fue casi apoteósico. Eran las 00:30 horas cuando luces multicolores y una explosión de fuegos artificiales daban inicio al concierto.
Sin embargo, no habían transcurrido ni 30 segundos cuando dos botellas con agua rozaron al vocalista, Axl Rose, lanzadas por el público en señal de protesta por la demora.
Visiblemente mortificado, el cantante paró el concierto y vía un improvisado traductor, llamó la atención al público y amenazó, como lo hizo en Brasil, con abandonar el escenario si los asistentes continuaban arrojando objetos.
Calmado los ánimos, la banda retomó los acordes de “Chinese democracy”, la primera canción con la que abría su show. Seguidamente vino la emblemática “Welcome to the jungle” y la respuesta del público no se hizo esperar.
Axl y compañía seguían en la ruta de su primer disco, Appetite for destruction y deleitaron a los asistentes con It’s so easy y Mr. Brownstone.
El líder de la banda se presentó luciendo un sombrero de cuero marrón con una chacana de cuero naranja incrustada. Se trataba, pues de uno de las artesanías que compró en el hotel Marriot.
Siguiendo con la promoción de último álbum, Chinese Democracy, los “gunners” continuaron con Sorry y Better, temas que recibieron una tibia respuesta del público.
No obstante, el entusiasmo retornó luego de que se escucharan los acordes de Live And Let Die, previo solo del guitarrista Richard Fortus.
La fiesta siguió con If the World y Rocket Queen. Seguidamente, Dizzy Reed tocó el piano y dio paso a Street Of Dreams y la aclamada You Could Be Mine.
Un nuevo solo de guitarra irrumpe en el concierto. Era el turno de DJ Ashba. Fue el pase para Knockin’ On Heaven’s Door, canción que generó el punto máximo de empatía entre el cantante y el público; para luego continuar con la más que famosa Sweet Child O’ Mine.
Himno peruano
Axl Rose, considerado uno de los íconos del hard rock en las décadas de 1980 y 1990, derrochaba energía en el escenario, corriendo de un lado a otro, girando sobre sí mismo y esforzándose al máximo para lograr sus mejores tonos vocales (los años no pasan en vano).
El concierto continuaba con November Rain; otro solo de guitarra esta vez a cargo de Bumblefoot, quien además se animó a tocar acordes del himno nacional peruano lo que generó los aplausos del público. Esta parte del show se cerró (encore) con Nightrain.
A su retorno, la banda interpreta Madagascar, Shackler’s Revenge, Patience y cierra su participación con la potente Paradise City, en medio de fuegos artificiales y papel picado.
En resumen fueron dos horas y media en la que los asistentes experimentaron sentimientos encontrados.
En primer lugar, la nostalgia por escuchar las canciones con las que se identifica toda una generación; y en segundo término ver a un Axl Rose entusiasta y vehemente, con un gran dominio de escena, pero muy lejos de la calidad musical e interpretativa con la que se dio a conocer al mundo.
Fuente de información: Andina
No hay comentarios:
Publicar un comentario