(El Comercio).- En lo que va del año se han caído cinco casonas del Centro Histórico de Cusco. Las intensas lluvias del mes de enero se trajeron abajo esos monumentos que por siglos soportaron tormentas más fuertes y varios terremotos. Voceros del Instituto Nacional de Cultura (INC) en el Cusco señalan que no pueden hacer nada para evitar la destrucción de esa zona, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, pues la ley de patrimonio le prohibe invertir un solo sol en la propiedad privada.
“El problema es que sus inquilinos tampoco pueden, porque la mayoría son familias pobres y sin títulos de propiedad”, explica Irina Montero, jefa de Implementación del Plan Maestro del Centro Histórico, una oficina del INC.
“Nosotros también estamos atados de manos”, refiere el alcalde del Cusco, Luis Flórez, quien, pese a ello, viene impulsando un proyecto al que ha denominado Fondo de Salvamento (Fonsal). El nombre no es muy original: así se llama la gestión que recuperó al Centro Histórico de Quito, que hace una década lucía tan maltrecho como su par cusqueño.
Hoy, además de premios internacionales en conservación, la capital ecuatoriana se ha ganado el reconocimiento de la Unesco por tener el centro histórico menos alterado y mejor preservado de América del Sur.
EL MODELO QUITEÑO
Un recorrido por el centro quiteño remite inevitablemente a su par del Cusco, por la similitud de estructuras y entornos serranos, pero a la vez da cuenta de lo que tiene pendiente la antigua capital inca: retirar el transporte público del damero, controlar los precios y servicios dirigidos al turismo, respetar la estética, mejorar la accesibilidad y seguridad, crear espacios públicos para el arte, la cultura y la inversión. Pero sobre todo educar a la población en el aprecio por lo suyo. Esto último se hace en Quito a través de programas de largo aliento.
Un terremoto en 1987 y un préstamo de US$41 millones del Banco Interamericano de Desarrollo estimularon el proyecto de conservación de Quito. La continuidad de este se aseguró con la creación de entes autónomos que extendieron su accionar a los gobiernos de turno. El Fonsal recibe hoy el 6% de los impuestos de la ciudad—unos US$90 millones anuales—y ya planea generar sus propios recursos.
“El Fonsal de Quito es emblemático en el mundo. Logró poner en valor los inmuebles patrimoniales y a la propia ciudad. La clave estuvo en la voluntad política para no hacer otra oficina técnica, sino un organismo autónomo, que toma decisiones y lo hace sin alterar la autenticidad”, opina Silvia de los Ríos, especialista en conservación patrimonial del Centro de Investigación, Documentación y Asesoría Poblacional (Cidap).
APUESTA POR LA CIUDAD
“En Quito entendimos que había que invertir en todos los bienes patrimoniales, incluso en las fachadas privadas, porque son parte del paisaje urbano, y la beneficiaria es la ciudad. Quizás si lo ven de ese modo en Perú puedan reorientar sus políticas”, señaló director del Fonsal de Quito, Guido Díaz.
“Nosotros queremos comprar los predios que ya no pueden sostenerse y convertirlos en centros culturales”, dice el alcalde cusqueño agitando en sus manos el proyecto de ley para un fondo de salvamento, que acaba de presentar al Congreso. Este documento considera que el Fonsal del Cusco requiere de US$20 millones anuales por un mínimo de 15 años para lograr la recuperación del Centro Histórico.
Según el burgomaestre, esta suma se podría conseguir de fondos no retornables de la cooperación internacional, del 2% de los impuestos que empresas cusqueñas gravan a la Sunat de Lima y del 40% (aproximadamente US$7 millones) del dinero que Cusco recauda al año por el boleto turístico.
EN PUNTOS
El proyecto cusqueño apunta a recuperar el centro a través de préstamos con tasas bajas a los propietarios y con justiprecio por expropiaciones de bienes.
La inversión para recuperar el Centro Histórico de Quito supera los US$200 millones.
En el Cusco, las instituciones públicas intervienen sobre el 7% de los bienes patrimoniales. En Quito, en cambio, sobre el 100% de estos.
El Fonsal de Quito auspicia hasta en 50% la recuperación de propiedades civiles y al 100% las propiedades religiosas e institucionales.
Fuente de información: El Comercio
Por: Roxabel Ramón
“El problema es que sus inquilinos tampoco pueden, porque la mayoría son familias pobres y sin títulos de propiedad”, explica Irina Montero, jefa de Implementación del Plan Maestro del Centro Histórico, una oficina del INC.
“Nosotros también estamos atados de manos”, refiere el alcalde del Cusco, Luis Flórez, quien, pese a ello, viene impulsando un proyecto al que ha denominado Fondo de Salvamento (Fonsal). El nombre no es muy original: así se llama la gestión que recuperó al Centro Histórico de Quito, que hace una década lucía tan maltrecho como su par cusqueño.
Hoy, además de premios internacionales en conservación, la capital ecuatoriana se ha ganado el reconocimiento de la Unesco por tener el centro histórico menos alterado y mejor preservado de América del Sur.
EL MODELO QUITEÑO
Un recorrido por el centro quiteño remite inevitablemente a su par del Cusco, por la similitud de estructuras y entornos serranos, pero a la vez da cuenta de lo que tiene pendiente la antigua capital inca: retirar el transporte público del damero, controlar los precios y servicios dirigidos al turismo, respetar la estética, mejorar la accesibilidad y seguridad, crear espacios públicos para el arte, la cultura y la inversión. Pero sobre todo educar a la población en el aprecio por lo suyo. Esto último se hace en Quito a través de programas de largo aliento.
Un terremoto en 1987 y un préstamo de US$41 millones del Banco Interamericano de Desarrollo estimularon el proyecto de conservación de Quito. La continuidad de este se aseguró con la creación de entes autónomos que extendieron su accionar a los gobiernos de turno. El Fonsal recibe hoy el 6% de los impuestos de la ciudad—unos US$90 millones anuales—y ya planea generar sus propios recursos.
“El Fonsal de Quito es emblemático en el mundo. Logró poner en valor los inmuebles patrimoniales y a la propia ciudad. La clave estuvo en la voluntad política para no hacer otra oficina técnica, sino un organismo autónomo, que toma decisiones y lo hace sin alterar la autenticidad”, opina Silvia de los Ríos, especialista en conservación patrimonial del Centro de Investigación, Documentación y Asesoría Poblacional (Cidap).
APUESTA POR LA CIUDAD
“En Quito entendimos que había que invertir en todos los bienes patrimoniales, incluso en las fachadas privadas, porque son parte del paisaje urbano, y la beneficiaria es la ciudad. Quizás si lo ven de ese modo en Perú puedan reorientar sus políticas”, señaló director del Fonsal de Quito, Guido Díaz.
“Nosotros queremos comprar los predios que ya no pueden sostenerse y convertirlos en centros culturales”, dice el alcalde cusqueño agitando en sus manos el proyecto de ley para un fondo de salvamento, que acaba de presentar al Congreso. Este documento considera que el Fonsal del Cusco requiere de US$20 millones anuales por un mínimo de 15 años para lograr la recuperación del Centro Histórico.
Según el burgomaestre, esta suma se podría conseguir de fondos no retornables de la cooperación internacional, del 2% de los impuestos que empresas cusqueñas gravan a la Sunat de Lima y del 40% (aproximadamente US$7 millones) del dinero que Cusco recauda al año por el boleto turístico.
EN PUNTOS
El proyecto cusqueño apunta a recuperar el centro a través de préstamos con tasas bajas a los propietarios y con justiprecio por expropiaciones de bienes.
La inversión para recuperar el Centro Histórico de Quito supera los US$200 millones.
En el Cusco, las instituciones públicas intervienen sobre el 7% de los bienes patrimoniales. En Quito, en cambio, sobre el 100% de estos.
El Fonsal de Quito auspicia hasta en 50% la recuperación de propiedades civiles y al 100% las propiedades religiosas e institucionales.
Fuente de información: El Comercio
Por: Roxabel Ramón
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