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domingo, 8 de agosto de 2010

Programa de crianza de camélidos en comunidades altoandinas le hace la pelea a la ola de frío

(El Comercio).- Chillihua es una pequeña comunidad a cuatro horas de la ciudad del Cusco –200 kilómetros de distancia– ubicada a la inclemente altura de 4500 metros. De vastos campos, salteados por unos cuantos puquiales y habitada tan solo por cuarenta familias, las alpacas –además de algunas pocas ovejas, vacas y gallinas– son prácticamente el único capital de sus habitantes. La ganadería y la venta de lana –desterrada la posibilidad de hacer agricultura a semejante altura– son la única fuente de alimento y abrigo de los chillihuanos. Para llevarse a la boca otra cosa que no sean la carne, la leche o el queso que ellos mismos producen, hay que esperar dos semanas para bajar en grupo a la ciudad de Sicuani (a dos horas de camino) y volver con cargamentos de papas, tallarines, aceite, y todo lo demás que haga falta. Este perfil de vida, así de riguroso, se repite en otras tantas comunidades y asociaciones campesinas alpaqueras de Cusco y Puno que, reunidas, significan aproximadamente el 68% de la producción de alpacas a nivel mundial.
Ahora que la fibra de ciertas especies de camélidos andinos, entre estos las alpacas y las vicuñas, está internacionalmente muy valorada para la confección de ropa de abrigo, el principal enemigo de la crianza tradicional de estos animales es la diferencia de precios que existe según las calidades de la lana.
Por eso, ITDG Soluciones Prácticas, una ONG orientada a ayudar a comunidades de zonas rurales a mejorar sus propias actividades, hace cuatro años ha entrado a trabajar en 31 comunidades y asociaciones cusqueñas, además de otras tantas puneñas, que viven casi exclusivamente de la venta de fibra y carne de alpaca. La idea es instruir a sus pobladores e implementar mejoras que no impliquen un cambio radical respecto a la forma en que ya criaban a sus alpacas. Y sí, están logrando que obtengan más ingresos gracias a la mejora de la calidad de lana que ahora sus animales producen.

LANA ESCOGIDA
Hasta hace cuatro años, cientos de criadores tradicionales de alpaca cusqueños y puneños tenían un negocio precario, con pocas posibilidades de mejorar. Los camiones que pasaban por sus comunidades cada año para comprar la lana pagaban casi siempre lo mismo, alrededor de cinco o seis soles por libra. Pero también recibían siempre la misma calidad: lana entreverada, difícil de peinar, sin haber sido clasificada. Lana de todos los colores: blanca, negra, marrón, moteada. Todo iba en un solo costal, haciendo que lo esquilado solo se pudiera vender para hacer abrigos de bajo precio, ya que la lana buena no se podía separar y los diferentes colores que enviaban entreverados obligaban al comprador a gastar en tintes y productos para blanquear la fibra.
“Antes teníamos más alpacas, pero no nos servía de mucho porque la lana era de baja calidad”, cuenta Rosa Isabel Supho Ccallo, una de las mujeres de la Asociación Los Andes de Vilcanota, cercana a Chillihua, y que tiene el título de kamayoc por haber aprendido técnicas de crianza orientadas a optimizar la crianza de alpaca para la venta de su lana. “Pensábamos que tener más alpacas era mejor, pero ahora que solo nos hemos quedado con las más bonitas estamos ahorrando bastante paja”, dice contenta.
Es que si bien los campos son extensos, ella y otros pobladores de la zona tenían problemas para hacer pastar a sus animales. El clima ha cambiado. Hay menos agua y hace más frío que hace algunas décadas, limitando el crecimiento de los pastizales. Ahora, cada comunidad separa algunas parcelas cercadas que aseguran tener al menos ciertos espacios con pasto lo suficientemente grande por si la grama del resto del campo demora mucho en crecer. Así evitan que sus alpacas se queden sin reservas de comida.

CRIANZA SEGURA
En condiciones tan extremas de clima, con granizo asegurado y vientos que agudizan el frío, tan fuertes que hacen difícil caminar contra la corriente y hacen volar con facilidad pesadas láminas de fierro, un techo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Si bien las alpacas vienen con abrigo natural, cada año las nuevas crías, con la lana aún muy corta, eran las primeras en enfermarse y morir por la dureza del invierno. Pero a punta de adobes hechos a mano y calaminas proveídas por la ONG, los pobladores han armado cobertizos en sus comunidades que usan para hacer dormir allí a las alpacas más pequeñas o débiles, con lo que han logrado reducir drásticamente las muertes por frío de sus animales. “Si se muere alguna alpaca bebé es por descuido, nomás cuando se cae al agua helada”, dice Rosa Supho.
Antes, las alpacas se enfermaban de los ojos, del estómago, y se morían por el frío. Ahora los pobladores de Chillihua saben distinguir diferentes problemas en los órganos de las alpacas: la neumonía ya no es lo mismo que la enterotoxemia, y la conjuntivitis no tiene por qué agravarse más de la cuenta, ya que han aprendido a tratarlas. Las vacunas al nacer son parte de la nueva forma de crianza de las alpacas, y el uso de macerados tradicionales con tarwi, sasawi, paicco y otras hierbas que se pueden conseguir en la zona, se está utilizando con éxito para curar a los animales enfermos. Manuel Mendoza López, dueño de 250 alpacas entre hembras y machos, cuenta que gracias al uso conjunto de vacunas, medicinas tradicionales y cobertizos, ahora solo se le mueren cinco o seis crías por temporada, ya no veinte o más, como le llegó a suceder en sus peores años.

HILANDO FINO
Antes del inicio del proyecto, el cruce de alpacas de todos los colores, de una alpaca de tipo suri con una del tipo huacaya o incluso la aparición de crías de alpaca con alguna llama desubicada no despertaban preocupaciones mayores en las comunidades. Ahora, las llamas de menor linaje genético son destinadas específicamente al rubro alimentación, los cruces se controlan y se incorporar decenas de ejemplares con “pedigrí” a las comunidades para ser transferidas cada año a un pastor diferente, con lo que se ha logrado que las alpacas de estas comunidades tengan una mejor fibra.
Pero todas estas mejoras se perderían si los esquiladores de alpacas siguieran entregando toda la lana entreverada. Por eso se han destinado espacios específicos en cada comunidad para la esquila, pisos de cemento que ayudan a que la lana se entregue sin paja y enrollada en forma de tambor, de modo que cuando esta llegue a su comprador, le sea más fácil trabajar con el manto de lana.
Aparte, la lana del lomo y los flancos de la alpaca –las partes con fibra más fina del animal–, ya no se entreveran con la lana gruesa de las patas y la cabeza. El resultado: ahora reciben hasta ocho soles por cada cada libra de lana de alta calidad, y el pago de cinco o seis soles que antes recibían por su lana en general está reservado para las bragas, es decir, la lana gruesa y poco valorada que crece en la cabeza, las patas y el pecho de las alpacas, utilizada para rellenar peluches y edredones.
Conforme pasen los años, con las buenas crías de los ejemplares machos donados por la ONG Soluciones Prácticas, las comunidades comprendidas en el proyecto serán autosuficientes en la crianza tecnificada de alpacas y su éxito dependerá de su propio empuje para seguir aplicando lo aprendido. Y de allí, a volar solos.

DISCRIMINACION ALPAQUERA
¿Qué hacer con los ejemplares que tienen lana oscura?
Muchos comuneros ya bajan a Sicuani para subastar sus mejores alpacas en vez de solo venderlas como carne. Algunos de sus ejemplares han ganado ya varias distinciones, convirtiéndose así la venta de animales para cruce en una nueva forma de ganar dinero. Sin embargo, hay un detalle que debe ser tomado en cuenta y que se convierte en el talón de Aquiles del proyecto: al estar orientado a la crianza de alpacas para la venta de lana, está postergando la crianza de alpacas de colores diferentes al blanco por requerir estas un proceso más complejo de teñido. No vaya a ser que la orientación a la ganancia desemboque en la paulatina desaparición de alpacas oscuras en el altiplano.


Fuente de información: El Comercio

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