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miércoles, 16 de junio de 2010

¿Por qué se odian Pelé y Maradona?

Johannesburgo (El Comercio).- Pelé ganó tres mundiales (1958, 62 y 70). Maradona uno (1986). Pelé no fue campeón juvenil. Maradona sí (1979). Cuando la FIFA preguntó por Internet quién era mejor, ganó Diego. De inmediato desde Zúrich dividieron así los premios: el mejor jugador del siglo hasta 1980 (Pelé); el mejor jugador del siglo de 1980 en adelante (Maradona). Ayer se mataron verbalmente de nuevo. Hoy explicamos por qué.

UNO. Porque son las caras visibles de dos mercados de gran rivalidad futbolera: el brasileño y el argentino. Futboleros como son, se disputan el liderazgo continental tanto en clubes como en selecciones. Desde los años 50 en adelante cualquier partido entre ambos es un clásico. Si Pelé es Brasil, Maradona es Argentina. Son casi sinónimos.

DOS. Porque son dos divos de incalculable ego que no aceptan ser segundos. Si bien Pelé adoptó a Maradona a fines de los 70 e hizo un par de producciones fotográficas con él, Diego todavía no había producido el tremendo impacto de su fútbol en el Mundial 86. Desde entonces ya no fueron nunca más profesor y alumno, sino dos catedráticos disputándose quién hizo la mejor tesis.

TRES. Porque además de ser diferentes tipos de jugador (Pelé era derecho, Maradona zurda, Pelé era un atleta, Maradona no), son personajes diametralmente opuestos: al genio de Diego se suma la vida turbulenta de los poetas malditos, condición necesaria de los héroes románticos y carencia que vuelve un tanto prosaico a Pelé, quizá demasiado atento a transar con los poderes de FIFA.

CUATRO. Porque las prensa mundial alimenta la disputa y pica permanentemente a uno respecto del otro. Ayer en Pretoria le preguntaron a Diego qué opinaba de Pelé (Dijo: ‘que se vaya al museo’), del mismo modo que hace dos días en Johannesburgo dos periodistas interrogaron a Pelé sobre Maradona (Dijo: ‘Maradona aceptó a la selección argentina porque necesitaba trabajo y dinero’). En resumen, dos reyes egocéntricos que morirán peleándose el cetro.


Fuente de información: El Comercio
Por Carlos Salas

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