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viernes, 4 de junio de 2010

¿Sirve tomar sopa durante la gripe y hacer dieta blanda cuando se está mal del estómago?

(El Comercio).- Cuando uno pasa por un resfrío o una gripe y tiene todos esos síntomas que pueden variar de persona en persona –dolor de garganta, tos seca, flema o una nariz llorosa, entre tantas cosas-, ¿qué es lo que se lleva a la boca?
Es muy popular en nuestro país tomarse una sopita, que calienta el cuerpo y reconforta el alma.
¿Y cuando se está mal del estómago? Cuando se tiene una de esas diarreas simples –de las que se van en un par de días y no de las que son síntomas de algo más complejo-, es de sentido común elegir una dieta blanda.
Sopita, pollito sancochado, papita, arrocito: todo con cariño y gentileza para ese estómago tan irritado.
Quisimos saber qué tan correcto son estas elecciones de comida y qué tanto de mito tienen. Así que le preguntamos al doctor Krishnan Sriram, jefe de nutrición quirúrgica del hospital John H. Stroger Jr. of Cook County en Chicago y que estuvo en Lima invitado por los suplementos Ensure.
“En realidad, para cualquier enfermedad común no hay una dieta específica que se deba recomendar, sino siempre una dieta balanceada”, afirma el especialista.

ESA GRIPE QUE NOS VISITA
El doctor dice que, a ciencia cierta, la gripe (o resfrío) no es una enfermedad 100% definida. Se presenta con síntomas que pueden variar de persona en persona.
Él dice que hay una broma entre los doctores si se trata de una gripe viral: “la gripe se va sola en siete días y, si visitas al médico, en una semana”. A menos que se trate de la peligrosa influenza porque podría afectar los pulmones y la persona podría morir.
El doctor Sriram cuenta que los especialistas “recomiendan la ingesta de zinc que ayudaría en caso de infecciones virales o bacterianas y también la vitamina C, sin embargo no en megadosis”. Estos se encuentran en cualquier dieta bien balanceada, pero tampoco hay estudios científicos fehacientes sobre el efecto de estas sustancias sobre el resfrío.

SOBRE LA SOPITA DE POLLO
“No hay un estudio científico que determine si la sopa en general o la de pollo ayuda”, sentencia el especialista. Y es que, para saber si la legendaria sopita tiene un efecto en el resfrío, se tendría que definir (a nivel científico) qué es una gripe o un resfrío y qué es una sopa.
“Se ha visto en algunos experimentos (con animales) que la sopa puede incrementar la forma en que las células que intervienen en las secreciones reaccionan, pero no hay un estudio científico que lo respalde”. Lo que el doctor afirma es que la sopa podría ayudar a expectorar, en teoría, lo que se acumula en el resfrío, pero no hay grandes pruebas al respecto.
Sin embargo, hay un aspecto psicológico y cultural muy importante y que el doctor no deja de lado: “En el caso que uno sienta que esta sopa lo ayuda y no le hace daño, entonces debería consumirla porque, si bien no hay un análisis, sí se ha comprobado que hay beneficios psicológicos en los tratamientos caseros, por el hecho de que la gente cree en ellos”.

CUANDO EL ESTÓMAGO NOS FALLA
La diarrea puede ser multifactorial y puede ser causada por infecciones, anomalías estructurales en el tracto gastrointestinal o por algunas enfermedades como el síndrome del intestino irritable. “Así que depende de la causa para recomendar dietas distintas”, afirma el doctor Sriram.
Se sabe que, hasta con diarrea, un paciente podría seguir bien nutrido, si es que hay una suficiente absorción de nutrientes. Pero, en algunos casos, esta condición se puede convertir en un círculo vicioso. Cuando se produce por deficiencia de bilis –por ejemplo-, puede generar una falta de algunos nutrientes y esto, a su vez, deriva en diarrea.

LA DIETA BLANDA
En el caso de una diarrea no compleja, pero genérica (de esas que a veces nos sorprende, pero se van en un par de días), “no hay ciencia detrás de consumir un tipo de dieta o de dejar de comer ciertos ingredientes”. El doctor afirma que cualquier tipo de alimentación que tengamos se convierte en “dieta blanda” en el estómago por la masticación y en “dieta líquida” en el intestino delgado. “Por tanto, la ingesta de los alimentos no debería variar, todo depende de la tolerancia del paciente”.
Si la persona se siente bien comiendo cierto tipo de comida, no tiene por qué dejarla de ingerir. Obviamente, bajo estas condiciones, si se come más alimento, “habrá mayor motilidad del intestino y por tanto mayor diarrea. Por ello, es mejor considerar una dieta baja en contenido graso, sin carbohidratos complejos y que no tenga productos lácteos porque se presenta una intolerancia a la lactosa'.

¿QUÉ SERÍA ENTONCES UNA “DIETA BALANCEADA”?
“Es lo que los abuelos y abuelas solían comer en los pueblos. Consiste en proporciones adecuadas de macronutrientes, como los carbohidratos, las proteínas y las grasas, y micronutrientes”, afirma el doctor. Siempre en proporción adecuada, “por ejemplo una ingesta de cereales, proteínas vegetales y animales (esto último depende de la cultura), y también granos”.
Ya sabe: aunque no esté comprobado científicamente que tomarse una sopa o seguir una dieta blanda lo ayude, eso no significa que no le haga bien.


Fuente de información: El Comercio

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