(El Comercio).- Isabel Franchini, gerenta general de Maderas Peruanas, observó con estupor cómo cada mes se acumulaba la madera en sus almacenes. Un solo cliente italiano, comprador mensual de pisos y otros derivados madereros por US$100 mil, le dejó de hacer pedidos durante 6 meses consecutivos. Era el 2009, el año nefasto de la crisis que tuvo graves consecuencias en las exportaciones madereras. Entonces Franchini dejó de observar afuera y miró adentro. En menos de un año colocó una línea de productos en Villa El Salvador de partes y piezas para ensamblar muebles de mejor calidad que las elaboradas con madera liviana e importada, por lo general, de Chile.
Este año las exportaciones han comenzado a repuntar (en el primer semestre crecieron 27% con relación al mismo período del 2009), pero la experiencia previa le dejó claro a Franchini que el nicho interno también representa una gran oportunidad. Otras cifras le dan la razón: en el 2008 importamos madera en todos sus conceptos por más de US$800 millones.
Debido a las necesidades crecientes del país, el gerente general de Reforesta Perú, Enrique Toledo, calcula que las compras en madera llegarán en una década a los US$2.000 millones anuales, cifra que perfectamente podría reducirse si existiera una mayor oferta interna. “Actualmente compramos tres veces más de lo que exportamos, pese a que tenemos el noveno bosque más grande del mundo y el cuarto en bosques tropicales. Esa es una gran paradoja. El Perú es rico en bosques y pobre en madera”, señala.
DINERO DORMIDO
Haciendo un cálculo del potencial exportador que tiene el Perú, Toledo resalta que falta poner en valor 13 millones de hectáreas en la selva, lo que representa US$3.000 millones, dinero que hoy está dormido en zonas donde la población vive empobrecida y sumida en la espiral de la violencia narcoterrorista. Y eso sin tomar en cuenta que también está la opción de reforestar y allí hay otros 8,5 millones de hectáreas, donde pueden constituirse fincas forestales.
Lo lógico sería cuestionar cómo es que los empresarios no se percatan de ello, habiendo un mercado amplio, pero la cosa no es tan fácil. El sector forestal tiene problemas de todos los colores.
Primero está el tema de los sobrecostos. Uno de ellos es el flete que se paga para traer madera de la selva a Lima, que resulta más costoso que llevar la misma mercancía del puerto del Callao a otro en China, comenta Isabel Franchini.
Además, el sector enfrenta la poca capacitación técnica de su personal y la escasa inversión en tecnología, debido a que el 90% de empresas son muy pequeñas, señala Jéssica Moscoso, directora de Cite Madera.
En esa línea, el mayor cuello de botella del sector, refiere el coordinador de manufacturas diversas de Prom-Perú, Gustavo Trujillo, está en la falta de inversión en hornos de secado. “El secar la madera permite un menor porcentaje de humedad y asegura que no se hinche. Eso es vital para ofrecer un producto con una calidad estándar”, comenta.
Por su parte, Erick Fischer, presidente del comité de madera de la Asociación de Exportadores (ÁDEX) indica que en la actualidad, de los 7 millones de hectáreas concesionadas solo el 30% estaría en producción, debido a la falta de inversiones adecuadas. Cabe recordar que algunos gobiernos regionales han recibido el encargo de ejecutar concesiones en este sector, pues están paralizadas.
Sin embargo, el mayor problema es la falta de una política de Estado de largo aliento para un sector que madura sus inversiones en dos décadas. Más aun, el tratado de libre comercio con Estados Unidos conlleva a que la nueva normativa se replantee y hoy el sector empresarial está en el limbo.
Fischer teme que el incumplimiento a la adenda forestal del acuerdo restrinja la compra de los productos peruanos. Vale recordar que en el último año, por la crisis y por las idas y venidas en el marco legal del sector, las exportaciones a EE.UU. cayeron casi a la mitad.
MADERA ESCASA
De resolverse los problemas más inmediatos, el representante de ÁDEX considera que en cinco años se podría llegar a exportar US$500 millones. Al respecto, Ignacio Lombardi, presidente de la Cámara Forestal Nacional, dice que en diez años se superaría a Chile que, con un magro terreno, sin bosques tropicales y solo con plantaciones, exporta US$3.000 millones en maderas.
El escenario es auspicioso en cuando a la demanda.
Enrique Toledo de Reforesta Perú comenta que en 50 años la madera será escasa y cara. Por eso, sostiene que la inversión en el futuro estará centrada en las plantaciones de terrenos deforestados más que en las concesiones de bosques y plantea seguir ese camino.
A su vez, Ignacio Lombardi considera que nuestra meta debería apuntar a los 2 millones de hectáreas en plantaciones.
En esa línea, China seguirá demandando cada vez más productos madereros, aunque de menor valor agregado. La mayor empresa forestal del Perú, Maderera Bozovich, cuenta hoy con una oficina en Shangái. En tanto, la recuperación económica de EE.UU. permitirá comenzar a vender a ese país productos más elaborados.
MADERA VERDE
Fischer comenta que en los últimos años la industria local ha dado algunos pasos importantes para no exportar simple madera verde. El producto no tradicional estrella es el piso para exteriores, denominado “decking tile”. Sobre este producto, Gustavo Trujillo refiere que en el 2009, los pedidos no se cayeron dramáticamente como sí ocurrió con la madera aserrada. “El reto de los exportadores es trabajar un producto final”, comenta.
Además, la construcción ha dinamizado el mercado local de la madera. En el primer semestre del año, se superaron todos los récords de crecimiento con una tasa de 24%.
Para Lombardi es necesario un programa de incentivos para el sector como se hizo con la minería en los noventa. “Ahora vemos los frutos de esos incentivos”, agrega.
Señala que en Brasil se permitió deducir hasta en un 50% del Impuesto a la Renta en trabajos de reforestación. A su vez, el Estado chileno dio una bonificación del 75% de los costos netos a la reforestación por 20 años.
Enrique Toledo prefiere apostar por un marco claro y promotor de las inversiones para que el empresariado pueda sacar provecho a la industria forestal. Expresa su esperanza en que eso se logre en los próximos meses, bajo la premura del TLC.
Además están los otros usos del bosque que no son madereros. Ese es el caso del mercado de bonos de carbono, Enrique Toledo comenta que una empresa tiene la opción de recibir por mil hectáreas reforestadas US$60 mil anuales. Un flujo de tal magnitud puede mejorar su rentabilidad.
Queda claro que el potencial interno y externo es reconocido ampliamente por todos. No es un sueño un futuro “boom” de la industria forestal peruana.
Sin embargo, falta que quienes están vinculados al sector se revistan de entusiasmo y apuesten a ganador.
Fuente de información: El Comercio
Este año las exportaciones han comenzado a repuntar (en el primer semestre crecieron 27% con relación al mismo período del 2009), pero la experiencia previa le dejó claro a Franchini que el nicho interno también representa una gran oportunidad. Otras cifras le dan la razón: en el 2008 importamos madera en todos sus conceptos por más de US$800 millones.
Debido a las necesidades crecientes del país, el gerente general de Reforesta Perú, Enrique Toledo, calcula que las compras en madera llegarán en una década a los US$2.000 millones anuales, cifra que perfectamente podría reducirse si existiera una mayor oferta interna. “Actualmente compramos tres veces más de lo que exportamos, pese a que tenemos el noveno bosque más grande del mundo y el cuarto en bosques tropicales. Esa es una gran paradoja. El Perú es rico en bosques y pobre en madera”, señala.
DINERO DORMIDO
Haciendo un cálculo del potencial exportador que tiene el Perú, Toledo resalta que falta poner en valor 13 millones de hectáreas en la selva, lo que representa US$3.000 millones, dinero que hoy está dormido en zonas donde la población vive empobrecida y sumida en la espiral de la violencia narcoterrorista. Y eso sin tomar en cuenta que también está la opción de reforestar y allí hay otros 8,5 millones de hectáreas, donde pueden constituirse fincas forestales.
Lo lógico sería cuestionar cómo es que los empresarios no se percatan de ello, habiendo un mercado amplio, pero la cosa no es tan fácil. El sector forestal tiene problemas de todos los colores.
Primero está el tema de los sobrecostos. Uno de ellos es el flete que se paga para traer madera de la selva a Lima, que resulta más costoso que llevar la misma mercancía del puerto del Callao a otro en China, comenta Isabel Franchini.
Además, el sector enfrenta la poca capacitación técnica de su personal y la escasa inversión en tecnología, debido a que el 90% de empresas son muy pequeñas, señala Jéssica Moscoso, directora de Cite Madera.
En esa línea, el mayor cuello de botella del sector, refiere el coordinador de manufacturas diversas de Prom-Perú, Gustavo Trujillo, está en la falta de inversión en hornos de secado. “El secar la madera permite un menor porcentaje de humedad y asegura que no se hinche. Eso es vital para ofrecer un producto con una calidad estándar”, comenta.
Por su parte, Erick Fischer, presidente del comité de madera de la Asociación de Exportadores (ÁDEX) indica que en la actualidad, de los 7 millones de hectáreas concesionadas solo el 30% estaría en producción, debido a la falta de inversiones adecuadas. Cabe recordar que algunos gobiernos regionales han recibido el encargo de ejecutar concesiones en este sector, pues están paralizadas.
Sin embargo, el mayor problema es la falta de una política de Estado de largo aliento para un sector que madura sus inversiones en dos décadas. Más aun, el tratado de libre comercio con Estados Unidos conlleva a que la nueva normativa se replantee y hoy el sector empresarial está en el limbo.
Fischer teme que el incumplimiento a la adenda forestal del acuerdo restrinja la compra de los productos peruanos. Vale recordar que en el último año, por la crisis y por las idas y venidas en el marco legal del sector, las exportaciones a EE.UU. cayeron casi a la mitad.
MADERA ESCASA
De resolverse los problemas más inmediatos, el representante de ÁDEX considera que en cinco años se podría llegar a exportar US$500 millones. Al respecto, Ignacio Lombardi, presidente de la Cámara Forestal Nacional, dice que en diez años se superaría a Chile que, con un magro terreno, sin bosques tropicales y solo con plantaciones, exporta US$3.000 millones en maderas.
El escenario es auspicioso en cuando a la demanda.
Enrique Toledo de Reforesta Perú comenta que en 50 años la madera será escasa y cara. Por eso, sostiene que la inversión en el futuro estará centrada en las plantaciones de terrenos deforestados más que en las concesiones de bosques y plantea seguir ese camino.
A su vez, Ignacio Lombardi considera que nuestra meta debería apuntar a los 2 millones de hectáreas en plantaciones.
En esa línea, China seguirá demandando cada vez más productos madereros, aunque de menor valor agregado. La mayor empresa forestal del Perú, Maderera Bozovich, cuenta hoy con una oficina en Shangái. En tanto, la recuperación económica de EE.UU. permitirá comenzar a vender a ese país productos más elaborados.
MADERA VERDE
Fischer comenta que en los últimos años la industria local ha dado algunos pasos importantes para no exportar simple madera verde. El producto no tradicional estrella es el piso para exteriores, denominado “decking tile”. Sobre este producto, Gustavo Trujillo refiere que en el 2009, los pedidos no se cayeron dramáticamente como sí ocurrió con la madera aserrada. “El reto de los exportadores es trabajar un producto final”, comenta.
Además, la construcción ha dinamizado el mercado local de la madera. En el primer semestre del año, se superaron todos los récords de crecimiento con una tasa de 24%.
Para Lombardi es necesario un programa de incentivos para el sector como se hizo con la minería en los noventa. “Ahora vemos los frutos de esos incentivos”, agrega.
Señala que en Brasil se permitió deducir hasta en un 50% del Impuesto a la Renta en trabajos de reforestación. A su vez, el Estado chileno dio una bonificación del 75% de los costos netos a la reforestación por 20 años.
Enrique Toledo prefiere apostar por un marco claro y promotor de las inversiones para que el empresariado pueda sacar provecho a la industria forestal. Expresa su esperanza en que eso se logre en los próximos meses, bajo la premura del TLC.
Además están los otros usos del bosque que no son madereros. Ese es el caso del mercado de bonos de carbono, Enrique Toledo comenta que una empresa tiene la opción de recibir por mil hectáreas reforestadas US$60 mil anuales. Un flujo de tal magnitud puede mejorar su rentabilidad.
Queda claro que el potencial interno y externo es reconocido ampliamente por todos. No es un sueño un futuro “boom” de la industria forestal peruana.
Sin embargo, falta que quienes están vinculados al sector se revistan de entusiasmo y apuesten a ganador.
Fuente de información: El Comercio
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