Lima, ago. 05 (ANDINA). Este año el Festival de Cine de Lima rendirá homenaje a la actriz Delfina Paredes, quien además de su dilatada carrera en el teatro, también se ha dado tiempo para mostrar su talento en la pantalla grande.
Cuenta Paredes que cuando era una niña de cinco años vio su primera película. La impresión fue tal que al día siguiente se comportaba como si la estuvieran filmando. Señala que de esa experiencia comenzó a gustarle el bichito de la actuación. La actriz recuerda que recién vio teatro a los 18 años, cuando ya tenía como espectadora varios rollos de celuloide.
Otro dato que nos da Delfina Paredes de la importancia del cine en su carrera es sobre el impulso que tuvo para recitar a César Vallejo, una de sus facetas más reconocidas. Según cuenta, en la década de 1960 vio el documental francés Morir en Madrid de Frédéric Rossif, en la que narra episodios de la Guerra Civil española.
La impresión fue inmensa. Al llegar a su hogar, dándole vueltas al tema que acababa de ver y pensando en cómo transmitir esas sensaciones a los demás, recordó el poemario España, aparta de mí este cáliz. El resto, ya es historia conocida.
En filmación
El público más joven recuerda a Paredes por papeles en cintas de los últimos veinte años. Pero ella ya tuvo su paso por la gran pantalla en la década de 1970 con dos cintas de corte social. Recuerda con ternura, por ejemplo, Kuntur Wachana, en la que se abordaba el tema de la reforma agraria en una provincia de su natal Cusco. Como anécdota, menciona que la mayoría de los que participaban eran pobladores de la zona que años antes estuvieron presos por tomas de tierra y hechos similares.
Sin embargo, el papel que con más cariño tiene presente fue el que le dio Francisco Lombardi en 1992 para la película Caídos del cielo. En ese filme ella daba vida a una abuela ciega que explotaba a sus nietos para darle de comer a un cerdo. Según confiesa con una sonrisa, esa historia, inspirada en el cuento Gallinazos sin plumas de Julio Ramón Ribeyro, le ha significado que hasta el día de hoy la gente le pregunte cómo pudo ser tan mala con su familia.
Delfina Paredes señala que aunque actuar en el cine o en el teatro es distinto, ciertos detalles no cambian. Por ejemplo, lo principal para ella es la sinceridad. Para la actriz, primero hay que entender el texto que se va a representar, luego van surgiendo la expresión corporal. Indica que el público se da cuenta cuando el artista no siente lo que representa, y eso vale cuando está trabajando ante un auditorio lleno o ante el lente de una cámara.
Fuente de información: Andina
Cuenta Paredes que cuando era una niña de cinco años vio su primera película. La impresión fue tal que al día siguiente se comportaba como si la estuvieran filmando. Señala que de esa experiencia comenzó a gustarle el bichito de la actuación. La actriz recuerda que recién vio teatro a los 18 años, cuando ya tenía como espectadora varios rollos de celuloide.
Otro dato que nos da Delfina Paredes de la importancia del cine en su carrera es sobre el impulso que tuvo para recitar a César Vallejo, una de sus facetas más reconocidas. Según cuenta, en la década de 1960 vio el documental francés Morir en Madrid de Frédéric Rossif, en la que narra episodios de la Guerra Civil española.
La impresión fue inmensa. Al llegar a su hogar, dándole vueltas al tema que acababa de ver y pensando en cómo transmitir esas sensaciones a los demás, recordó el poemario España, aparta de mí este cáliz. El resto, ya es historia conocida.
En filmación
El público más joven recuerda a Paredes por papeles en cintas de los últimos veinte años. Pero ella ya tuvo su paso por la gran pantalla en la década de 1970 con dos cintas de corte social. Recuerda con ternura, por ejemplo, Kuntur Wachana, en la que se abordaba el tema de la reforma agraria en una provincia de su natal Cusco. Como anécdota, menciona que la mayoría de los que participaban eran pobladores de la zona que años antes estuvieron presos por tomas de tierra y hechos similares.
Sin embargo, el papel que con más cariño tiene presente fue el que le dio Francisco Lombardi en 1992 para la película Caídos del cielo. En ese filme ella daba vida a una abuela ciega que explotaba a sus nietos para darle de comer a un cerdo. Según confiesa con una sonrisa, esa historia, inspirada en el cuento Gallinazos sin plumas de Julio Ramón Ribeyro, le ha significado que hasta el día de hoy la gente le pregunte cómo pudo ser tan mala con su familia.
Delfina Paredes señala que aunque actuar en el cine o en el teatro es distinto, ciertos detalles no cambian. Por ejemplo, lo principal para ella es la sinceridad. Para la actriz, primero hay que entender el texto que se va a representar, luego van surgiendo la expresión corporal. Indica que el público se da cuenta cuando el artista no siente lo que representa, y eso vale cuando está trabajando ante un auditorio lleno o ante el lente de una cámara.
Fuente de información: Andina
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