(El Comercio).- Numerosas generaciones de piuranos y lambayecanos han crecido visitando Illescas como un lugar extraordinario para la práctica de pesca deportiva. La zona ubicada en el distrito piurano de Sechura, ha servido como el último reducto para la supervivencia de valiosas especies que se encuentran en peligro de extinción, como el pingüino de Humboldt y el cóndor andino.
Con el océano al norte, la cordillera al este y el desierto al sur, acceder hasta el lugar no era fácil. Estas condiciones fueron las que protegieron a Illescas por muchas décadas y lo convirtieron en refugio para numerosas especies de animales, que viven permanentemente en la zona o llegan para descansar y reproducirse.
Investigadores que han llegado al área, entre ellos especialistas del Ministerio del Ambiente, han calificado a Illescas como uno de los últimos lugares representativos de la avifauna costera peruana.
Sin embargo, tras la construcción de vías que lo comunicaron con el distrito de San José, Lambayeque, y una ruta hacia Bayóvar, la dificultad de llegar a Illescas desapareció. Ya no había que sortear una sucesión de bahías con playas de arena y puntas rocosas con barrancos de hasta 40 metros de altura. Sin vigilancia, y con un creciente flujo de visitantes, el ecosistema empezó a deteriorarse.
DEPREDACIÓN
La pesca artesanal fue reemplazada agresivamente por la realizada con chinchorros, redes de grandes dimensiones que son arrastradas por vehículos, que se llevan todas las especies marinas que se reproducen en el litoral.
De acuerdo con la legislación pesquera, esta práctica está prohibida, pero la Dirección Regional de Producción de Piura y la Marina de Guerra, autoridades competentes en esta área, ubicada a 112 kilómetros de Sechura y a 135 kilómetros de la caleta de San José, en Lambayeque, no han realizado acciones concretas para detenerla.
Se calcula que actualmente un promedio de cien vehículos –entre camionetas, camiones y motos acuáticas– ingresan a la playa de Illescas. De estos, diez se utilizan para esta ilegal práctica extractiva.
Otro problema que se ha identificado es la maricultura a lo largo de toda la bahía de Nonura. Según la información brindada por el Ministerio de la Producción, en la zona existen 28 concesiones dedicadas a la extracción de conchas de abanico.
A esto se le suma una serie de invasiones y tráfico de tierras. Desde hace varios meses, se ha detectado el establecimiento de nuevas infraestructuras que se encuentran cerca de la orilla, lo cual altera la tranquilidad y conservación de animales característicos de la zona, como el cóndor andino o el pingüino de Humboldt, que no es común que se aprecien en otros lugares.
Asimismo, técnicos de varias dependencias estatales, como el Ministerio del Ambiente, han detectado una cacería indiscriminada de burros salvajes y cabras, sin ningún tipo de reglamento, tal como ocurre en otras partes del país.
Ante esta depredación, varias personas que habitan y visitan el lugar desde hace 40 años se han unido para salvarlo. El Grupo Illescas, coordinado por el fotógrafo Heinz Plenge, señaló que además de la pesca ilegal, el Ministerio de Energía y Minas entregó una concesión a la empresa Faulkner Exploration INC, con la que negocia la pronta exploración y explotación de hidrocarburos en el macizo de Illescas. Para Plenge, esta es una seria amenaza para la zona.
Es por ello que el Grupo Illescas ha pedido a las autoridades que se ejecuten medidas urgentes que permitan hacer frente a estos actos y amenazas potenciales y así evitar la desaparición de un ecosistema único en las costas peruanas.
En este mismo sentido se han pronunciado los especialistas de la Intendencia de Áreas Naturales Protegidas y de la ONG Ecoplayas durante una reciente expedición en la que se pudo comprobar que la zona posee importantes valores biológicos, culturales y paisajísticos que le podrían permitir convertirse en un área natural protegida. La tarea está ahora en la cancha de las autoridades.
SEPA MÁS
El Grupo Illescas denunció que, debido a la frecuente presencia de turistas y pescadores, se empiezan a acumular desechos y no existe un plan para recolectarlos.
Otra amenaza en la zona es la tala ilegal de algarrobos para la extracción de leña. Aunque la actividad aún no es muy intensa, se están depredando los árboles más antiguos del bosque, que se conservaba intacto.
Fuente de información: El Comercio
Por: Wilfredo Sandoval
Con el océano al norte, la cordillera al este y el desierto al sur, acceder hasta el lugar no era fácil. Estas condiciones fueron las que protegieron a Illescas por muchas décadas y lo convirtieron en refugio para numerosas especies de animales, que viven permanentemente en la zona o llegan para descansar y reproducirse.
Investigadores que han llegado al área, entre ellos especialistas del Ministerio del Ambiente, han calificado a Illescas como uno de los últimos lugares representativos de la avifauna costera peruana.
Sin embargo, tras la construcción de vías que lo comunicaron con el distrito de San José, Lambayeque, y una ruta hacia Bayóvar, la dificultad de llegar a Illescas desapareció. Ya no había que sortear una sucesión de bahías con playas de arena y puntas rocosas con barrancos de hasta 40 metros de altura. Sin vigilancia, y con un creciente flujo de visitantes, el ecosistema empezó a deteriorarse.
DEPREDACIÓN
La pesca artesanal fue reemplazada agresivamente por la realizada con chinchorros, redes de grandes dimensiones que son arrastradas por vehículos, que se llevan todas las especies marinas que se reproducen en el litoral.
De acuerdo con la legislación pesquera, esta práctica está prohibida, pero la Dirección Regional de Producción de Piura y la Marina de Guerra, autoridades competentes en esta área, ubicada a 112 kilómetros de Sechura y a 135 kilómetros de la caleta de San José, en Lambayeque, no han realizado acciones concretas para detenerla.
Se calcula que actualmente un promedio de cien vehículos –entre camionetas, camiones y motos acuáticas– ingresan a la playa de Illescas. De estos, diez se utilizan para esta ilegal práctica extractiva.
Otro problema que se ha identificado es la maricultura a lo largo de toda la bahía de Nonura. Según la información brindada por el Ministerio de la Producción, en la zona existen 28 concesiones dedicadas a la extracción de conchas de abanico.
A esto se le suma una serie de invasiones y tráfico de tierras. Desde hace varios meses, se ha detectado el establecimiento de nuevas infraestructuras que se encuentran cerca de la orilla, lo cual altera la tranquilidad y conservación de animales característicos de la zona, como el cóndor andino o el pingüino de Humboldt, que no es común que se aprecien en otros lugares.
Asimismo, técnicos de varias dependencias estatales, como el Ministerio del Ambiente, han detectado una cacería indiscriminada de burros salvajes y cabras, sin ningún tipo de reglamento, tal como ocurre en otras partes del país.
Ante esta depredación, varias personas que habitan y visitan el lugar desde hace 40 años se han unido para salvarlo. El Grupo Illescas, coordinado por el fotógrafo Heinz Plenge, señaló que además de la pesca ilegal, el Ministerio de Energía y Minas entregó una concesión a la empresa Faulkner Exploration INC, con la que negocia la pronta exploración y explotación de hidrocarburos en el macizo de Illescas. Para Plenge, esta es una seria amenaza para la zona.
Es por ello que el Grupo Illescas ha pedido a las autoridades que se ejecuten medidas urgentes que permitan hacer frente a estos actos y amenazas potenciales y así evitar la desaparición de un ecosistema único en las costas peruanas.
En este mismo sentido se han pronunciado los especialistas de la Intendencia de Áreas Naturales Protegidas y de la ONG Ecoplayas durante una reciente expedición en la que se pudo comprobar que la zona posee importantes valores biológicos, culturales y paisajísticos que le podrían permitir convertirse en un área natural protegida. La tarea está ahora en la cancha de las autoridades.
SEPA MÁS
El Grupo Illescas denunció que, debido a la frecuente presencia de turistas y pescadores, se empiezan a acumular desechos y no existe un plan para recolectarlos.
Otra amenaza en la zona es la tala ilegal de algarrobos para la extracción de leña. Aunque la actividad aún no es muy intensa, se están depredando los árboles más antiguos del bosque, que se conservaba intacto.
Fuente de información: El Comercio
Por: Wilfredo Sandoval
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