(El Comercio).- Hay 120 goles entre los cuatro. Casi 30 tantos por cabeza en promedio si hablamos de una temporada que incluya todas las copas que juegan. Claro, eso pasa en sus clubes, cuando Rooney es el del Manchester, Messi es el del Barza y la dupla Kaká-Cristiano destaca en el Madrid. En el Mundial 2010 fue diferente. Un solo gol entre los cuatro. Todos eliminados antes de semifinales. Conozca el por qué de cada frustración.
Wayne Rooney. Dos mundiales, ningún gol. Jugó de segundo delantero, pero fue absorbido por las cuatro defensas que enfrentó, al punto de solo realizar 13 disparos en toda la copa. Para un delantero que candidateaba a goleador del certamen por sus números en el Manchester es obviamente un papelón. Si vino, nadie lo vio.
Cristiano Ronaldo. Cero goles en la Eliminatoria, uno solo en el Mundial. Queiroz nunca le encontró el puesto y lo dejó morir tirado a las bandas, con solo 21 remates hechos en toda la copa y un aceptable porcentaje de pases bien ejecutados (94 de 151). Ante España, cuando había que verlo, Cristiano no se tuvo fe. Casi ni jugó.
Kaká. Cuatro partidos, tres pases-gol. Kaká llegó con problemas físicos, pero aun así produjo pequeños chispazos. Eso sí, para un favorito a rey de la copa es inadmisible su bajo promedio de tiro a puerta (pateó solo 8 veces en 4 partidos). Sin más socios que los dos puntas –el resto eran metedores–, Kaká fue un fantasma en la hora clave: ante Holanda.
Lionel Messi. Jugó 450 minutos, hizo cero goles. No fue punta como el Barza, sino conductor retrasado y participó 5 de los 10 goles de su equipo. Disparó 30 veces a puerta y dio 244 pases buenos de los 337 que ejecutó. Hizo una muy buena primera fase, pero sucumbió cuando el poderío de los rivales fue creciendo. Ante Alemania no la tocó.
Fuente de información: El Comercio
Por Carlos Salas
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